A pesar de los avances de la investigación médica, la incidencia de cáncer de mama entre las mujeres no ha disminuido en los últimos años. De hecho, durante los últimos 30 años, la incidencia y la mortalidad mundial han aumentado a tasas anuales del 3,1 y 1,8 por ciento, respectivamente. El cáncer de mama continua siendo el cáncer más común en mujeres en todo el mundo. En los Estados Unidos, aproximadamente 1 de cada 8 mujeres desarrollará cáncer de mama invasivo durante su vida. Y cada año, más de 40,000 mujeres en EE. UU. mueren como consecuencia de la enfermedad.
La gran mayoría de los cánceres de mama no están relacionados con factores hereditarios. Por ejemplo, se estima que los genes hereditarios de alto riesgo del cáncer de mama, BRCA1 y BRCA2, solo representan del 5 al 10 por ciento de los casos, mientras que el 80 por ciento de las mujeres estadounidenses diagnosticadas son las primeras en su familia en contraer la enfermedad. Un creciente número de investigaciones señalan a las sustancias químicas ambientales como importantes factores contribuyentes. En los estudios con animales, más de 200 sustancias químicas han sido asociadas con los tumores de las glándulas mamarias, y aproximadamente la mitad de estas son sustancias químicas a las que las mujeres están expuestas habitualmente en su vida diaria.
Las sustancias químicas ambientales pueden influir en el riesgo de cáncer de mama de muchas maneras:
- los carcinógenos químicos pueden dañar el ADN y causar un crecimiento celular descontrolado
- las sustancias químicas pueden actuar como promotores de tumores que hacen que las células crezcan
- las sustancias químicas pueden alterar la glándula mamaria, dejándola más vulnerable a los carcinógenos
A pesar de que los estudios de laboratorio sugieren que muchas sustancias químicas en los productos de consumo aumentan el riesgo de cáncer de mama a través de estos diferentes mecanismos, todavía se está lejos de entender cómo estas sustancias químicas aumentan el riesgo. Pocos estudios han analizado los efectos de las sustancias químicas comunes en la salud de los senos de las mujeres y aún menos estudios han analizado su influencia en las etapas de desarrollo crítico, como la pubertad.
El estudio de ELLA tiene como objetivo completar ese importante vacío de investigación enfocándose en la exposición durante la pubertad de tres sustancias químicas diferentes: PFOA, BBP y zeranol. Estos químicos, que se encuentran en los productos de consumo diario, son disruptores endocrinos que imitan o alteran el sistema hormonal natural del cuerpo, interfiriendo así con el crecimiento y desarrollo celular. Los científicos del proyecto están siguiendo los efectos de la exposición a estas sustancias químicas en el desarrollo de los senos tanto en niñas adolescentes como en experimentos con animales, lo que representa un enfoque innovador para estudiar los primeros determinantes ambientales con riesgo de cáncer de mama.